Un poco de historia

Muchas personas, a lo largo de las últimas décadas, se han dedicado a estudiar e intentar descubrir el gran misterio de los Cuencos Tibetanos. Hasta el día de hoy no existe ninguna evidencia de que fueron utilizados como instrumentos sagrados sino como recipientes para comer o para pedir limosna.

Algunas narraciones dicen que está prohibido, en el ámbito de los monasterios, hablar acerca de los cuencos y que los altos Lamas los usan en rituales para viajar a otras dimensiones y como herramienta de sanación. La leyenda dice que los secretos del sonido producen mucho poder y que deben mantenerse ocultos.

El hecho de escuchar el sonido de los cuencos cantores detiene el diálogo interno (el centro intelectual es suspendido y se activan los centros sensoriales) haciendo del Cuenco Tibetano una herramienta para la meditación, para hallar el centro y para inducir trances. Son usados por los sanadores para tonificar y equilibrar el campo de energía corporal.

Hay varias leyendas del porqué y cómo se empezaron a fabricar estos cuencos. Una de ellas es que hace mucho tiempo cayó un meteorito cerca de un poblado. De ese meteorito quedaron restos dejando una aleación natural de varios metales. Al fabricar con dicho metal un cuenco para las ofrendas sagradas budistas, se dieron cuenta del sonido que proporcionaba al hacerlo sonar con una vara de madera. A partir entonces comprobaron los beneficios obtenidos cuando las embarazadas comían en estos cuencos: les aportaba una gran cantidad de minerales necesarios para el buen estado de la gestación.

Los verdaderos Cuencos Tibetanos están compuestos de una aleación de siete metales, correspondiente a los siete cuerpos celestes y que son los mismos que los elementos alquímicos; están fabricados mediante un proceso totalmente artesanal. Los siete elementos de los que debe estar compuesto son: Oro representando al Sol. Plata representando a la Luna. Cobre representando a Venus. Hierro representando a Marte. Estaño representando a Júpiter. Mercurio representando a Mercurio. Plomo representando a Saturno.

Cuando se trabaja con los Cuencos Tibetanos, bien sea en terapia o en una meditación se consiguen resultados rápidos, debido a que al tocarlos, emite una onda vibratoria que entra en resonancia con el Aura y cuerpos energéticos de la persona que los está escuchando ya que el ser humano está compuesto de un 75% de agua y el agua es un maravilloso conductor para el sonido, éste ayuda a que la vibración del cuenco se expanda más rápido en el cuerpo trabajando incluso a nivel celular.

CANTO VOCAL ARMÓNICO

El Canto Armónico es una técnica y forma artística que tuvo su desarrollo en Mongolia y Asia central, así como en Sudáfrica. Se cree que estos cantos, en alguna época remota, se utilizaron como parte de un ritual en ceremonias cabalísticas o logias masónicas; incluso hay teorías que afirman que fueron utilizados en las civilizaciones de la Atlántida, del Antiguo Egipto y de los mayas centroamericanos.

Los Cantos Armónicos los descubrió Pitágoras, que además de filósofo y matemático, era músico. Pitágoras estudió el sonido y la vibración y se dio cuenta de que todos los sonidos se componen de vibraciones o frecuencias múltiples y que nuestros sonidos perciben esas vibraciones. Los armónicos son los constituyentes del sonido. Estos elementos, de gran importancia para los humanos, es lo que hace que seamos capaces de diferenciar un sonido de otro. La voz humana es el instrumento más rico en armónicos, gracias a la capacidad de ajuste y afinación, más allá de cualquier instrumento musical. La persona emite un sencillo y potente zumbido y, utilizando técnicas diversas, hace que la parte superior de su cuerpo se convierta en una caja de resonancia, utilizando para ello todas las partes que tiene a su disposición: el cráneo, los conductos nasales, la faringe, la lengua, los labios, las mejillas, etc. canaliza el sonido de forma diferente a un cantante “normal”, utilizando técnicas diferentes a las utilizadas en canto. El sonido alcanzado es increíble y sólo escuchándolo es posible creer lo que se escucha; surge un sonido claro y bello, de tono aflautado.

En algunos casos, el cantante consigue alcanzar el armónico 16 o incluso más alto. También es conocido como de garganta, es una técnica vocal en la cual un único cantante produce dos tonos distintos simultáneamente. El primero es un bajo similar a los de la gaita, algo parecido a un sonido gutural. El segundo son unas resonancias parecidas a la de la flauta que pueden ser adaptados a inflexiones parecidas al canto de los pájaros o a sonidos creados por la naturaleza. El zumbido que provoca los armónicos tiene un poder curativo, meditativo y espiritual. El armónico está basado en la escala natural de armónicos basada en las leyes naturales y representando las divisiones naturales de la nota musical, mientras que en occidente se ha optado por un sistema musical antinatural (más comprensible matemáticamente) que divide la octava en doce semitonos. En el momento en que escuchamos armónicos, nuestro cerebro tiene una agradable sensación de familiaridad, como si ya los hubiese escuchado con anterioridad. Los Cantos Armónicos poseen aplicaciones terapéuticas de diferente tipo, aunque lo principal está relacionado con la meditación profunda.

El sonido de los Cantos Armónicos contribuye a equilibrar la energía cerebral y a liberar el estrés, ansiedad, baja autoestima, cansancio, falta de energía, depresión, desequilibrio de chakras….